Polvorones tradicionales de aceite de oliva

Seca la harina. Para ello, extiéndela en la bandeja del horno y hornéala a 150ºC durante 30 minutos. Abre el horno de vez en cuando para removerla y que se seque de forma homogénea. Sabrás que está lista cuando empiece a tomar algo de color y notes que esos grumitos que se hacen cuando abres el paquete han desaparecido.

Mientras se seca la harina, tuesta la almendra. Para ello solo tienes que ponerla en una sartén al fuego y remover sin parar hasta que adquiera un tono más oscuro.

Ahora pica la almendra. A mí me gusta que queden trocitos grandes así que lo que hago es machacarla un poco con un mortero. Si no tienes mortero también puedes introducir las almendras en una bolsa con cierre y aplastarla dando golpes con un rodillo.

En un bol grande, mezcla todos los ingredientes y remueve bien hasta obtener una masa homogénea y algo seca, debe tener una consistencia parecida a la plastilina. Pruébala y rectifica de limón o canela si fuese necesario (¡no lleva huevo así que puedes probarla sin problema!)

Pon la masa entre dos trozos de papel de horno y estírala con el rodillo hasta que tenga, por lo menos, 1cm de grosor (o más, según cómo te gusten de gorditos). Una vez estirada, refrigérala durante 30 minutos.

Precalienta el horno a 180ºC con calor arriba y abajo.

Saca la masa del frigorífico y empieza a cortar los mantecados con un cortador (si no tienes, también puedes utilizar un vaso).

Coloca los mantecados sobre un papel vegetal en la bandeja del horno, espolvorea sésamo sobre ellos y hornéalos durante 15-20 minutos hasta que estén dorados. Cuando los mantecados están calentitos parece que siguen crudos, sin embargo, una vez fríos se endurecen.

Déjalos enfriar primero 5 minutos sobre la misma bandeja de horno y luego sobre una rejilla para que se enfríen por completo.

¡Feliz Navidad!