Mejillones gallegos al vapor rellenos de mandarina con queso de Saint Marcellin y cebollino

INGREDIENTES PRINCIPALES
- 12 mejillones gallegos
- 12 gajos de mandarina
- 20 grs. de queso de vaca francés
- Mantequilla
- Nata líquida
- Cebollino
Preparación de la receta
Para preparar la receta de Mejillones gallegos al vapor rellenos de mandarina con queso de Saint Marcellin y cebollino:
Preparación:
Pelar una mandarina, sacar los gajos y quitarles la piel. Reservar.
En una olla, echar un dedo de agua y dejar que hierva, en ese momento incorporar los mejillones, a los que habremos limpiado previamente la concha, y tapar. En un par de minutos se van a ir abriendo, y los iremos retirando uno a uno, quitando de la concha y reservando.
Para preparar la salsa de queso Saint Marcellin, derretir en una sartén antiadherente una nuez de mantequilla, incorporar el queso e ir derritiendo ayudado de una cuchara de madera a fuego lento. Una vez fundido añadir una cucharada o dos de nata líquida y dejar hacer la salsa, siempre a fuego lento y removiendo.
Presentación:
Dependiendo de la cantidad que hagamos podemos preparar un segundo plato o un aperitivo, que es lo que hemos hecho nosotros, para ello, metemos un gajo de mandarina en cada mejillón, los cocolamos sobre una cuchara y echamos por encima un poco de la crema de queso Saint Marcellin, decoramos con cebollino recién picado.
¡Que sensación más rica, refrescante y agridulce a la vez!. Ya me contaréis.
Notas sobre el queso “Saint Marcellin”:
El Saint-Marcellin es un queso francés a base de leche de vaca, con pasta blanda y corteza fermentada. Su nombre (y cabe suponer que su origen) viene de la comuna de Saint-Marcellin en el departamento de Isère, aunque actualmente la producción se extiende por unas 300 comunas de los departamentos de Isère, Drôme y Saboya.
Las primeras menciones históricas de este queso datan del siglo XV, cuando está presente en la mesa del rey Luis XI de Francia. En su origen se realizaba con leche de cabra, pero a partir de un reglamento para la ganadería caprina aparecido en 1730 destinado a reforestar los campos se produce una disminución de rebaños y la leche de vaca sustituye a la de cabra.
Según la reglamentación, la denominación Saint-Marcellin se aplica a quesos de forma discoidal, de 70 mm de diámetro por 20 o 25 mm de altura, con un peso de al menos 80 gramos. Deben estar fabricados con leche de vaca cuajada y presentar una pasta fresca, sin amasar ni apretar, ligeramente salada y sin especias ni aromas añadidos. La corteza debe estar fermentada en su superficie y tras el envejecimiento el queso debe contener al menos 40 g de materia grasa por cada 100 g.

Pelar una mandarina, sacar los gajos y quitarles la piel. Reservar.
En una olla, echar un dedo de agua y dejar que hierva, en ese momento incorporar los mejillones, a los que habremos limpiado previamente la concha, y tapar. En un par de minutos se van a ir abriendo, y los iremos retirando uno a uno, quitando de la concha y reservando.
Para preparar la salsa de queso Saint Marcellin, derretir en una sartén antiadherente una nuez de mantequilla, incorporar el queso e ir derritiendo ayudado de una cuchara de madera a fuego lento. Una vez fundido añadir una cucharada o dos de nata líquida y dejar hacer la salsa, siempre a fuego lento y removiendo.
Presentación:
Dependiendo de la cantidad que hagamos podemos preparar un segundo plato o un aperitivo, que es lo que hemos hecho nosotros, para ello, metemos un gajo de mandarina en cada mejillón, los cocolamos sobre una cuchara y echamos por encima un poco de la crema de queso Saint Marcellin, decoramos con cebollino recién picado.
¡Que sensación más rica, refrescante y agridulce a la vez!. Ya me contaréis.
Notas sobre el queso “Saint Marcellin”:
El Saint-Marcellin es un queso francés a base de leche de vaca, con pasta blanda y corteza fermentada. Su nombre (y cabe suponer que su origen) viene de la comuna de Saint-Marcellin en el departamento de Isère, aunque actualmente la producción se extiende por unas 300 comunas de los departamentos de Isère, Drôme y Saboya.
Las primeras menciones históricas de este queso datan del siglo XV, cuando está presente en la mesa del rey Luis XI de Francia. En su origen se realizaba con leche de cabra, pero a partir de un reglamento para la ganadería caprina aparecido en 1730 destinado a reforestar los campos se produce una disminución de rebaños y la leche de vaca sustituye a la de cabra.
Según la reglamentación, la denominación Saint-Marcellin se aplica a quesos de forma discoidal, de 70 mm de diámetro por 20 o 25 mm de altura, con un peso de al menos 80 gramos. Deben estar fabricados con leche de vaca cuajada y presentar una pasta fresca, sin amasar ni apretar, ligeramente salada y sin especias ni aromas añadidos. La corteza debe estar fermentada en su superficie y tras el envejecimiento el queso debe contener al menos 40 g de materia grasa por cada 100 g.
Foto del plato terminado:

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