Huevos fritos con capota (concurso huevo frito)
INGREDIENTES PRINCIPALES
- 6 huevos
- Bechamel para cubrirlos
- - más huevos y pan rallado para rebozarlos
- Aceite para freírlos
- La bechamel:
- 2 ó 3 chalotas
- ½ puerro
- ½ cebolleta
- 2 cucharas de harina
- 1 l de leche aproximadamente
- 1 cuchara de mantequilla
- más una pizca de aceite, com 1/2 cuchara
- Pimienta blanca nuez moscada y sal
Preparación de la receta
Para preparar la receta de Huevos fritos con capota (concurso huevo frito):
Este plato, como tantos otros, me trae recuerdos en blanco y negro. De lo mucho que he disfrutado con la cocina de casa, cuando al volver del cole, con hambre en la cartera pensaba ¿qué habrá hoy para comer? Y gracias al olor que bajaba por las escaleras que yo subía deprisa, sabía lo que se cocinaba en el 1º 4.
A Mami, había que convencerla para que nos hiciera estos huevos, no era fácil, siempre decía “que le daban mucho trabajo, que la mitad se rompían, que la cocina se ponía hecha un asco...” pero al final y como tantas veces, no sabía decir que no y todos a disfrutar de este placer culinario, que estará para siempre grabado en el chip de mis sabores preferidos.
Los ingredientes de lo más sencillo, de esos que siempre tienes en casa.
Lo primero es freír los huevos sin echar aceite por encima de la yema para que no se cuaje demasiado.
Una vez fritos los pongo en una fuente plana y los guardo en el frigo hasta que estén totalmente fríos.
El proceso será como preparar unas croquetas, eso sí con algo más leche para que quede más ligera. Aunque cada uno puede preparar la bechamel como más le guste.
Una pequeña trampa, recorto las puntillas de los huevos, si es que las tienen, para dejarlos lo más redondos posible.
En una bandeja o fuente bien pringada con aceite, para que sea fácil despegar después los huevos, pongo una base de bechamel, que debe estar templada.
Encima coloco los huevos que cubro con otra capa de bechamel, procurando que la yema quede bien cubierta pero con cuidado de no romperla, y otra vez al frigorífico.
Ahora viene lo más complicado, bueno complicado no, laborioso, conseguir sacar los huevos de la bandeja y rebozarlos como si de una croqueta se tratara “SIN QUE SE ROMPAN”. Hay que hacerlo con mucho mimo.
Se pueden pasar primero por harina, yo me salto este paso y voy directamente al huevo batido y enseguida al pan rallado.
Ya rebozados los guardo en la nevera hasta el momento de freírlos en aceite bien caliente, una vez fritos les pongo sobre papel de cocina para que escurran el exceso de aceite, aunque lo cierto es que no cogen demasiado si este está en su punto justo de temperatura. Es mejor servirlos y comerlos recién hechos, están más ricos y así se disfruta viendo como esas yemas, al cortarlos, demuestran su alegría recorriendo cada plato.
Deliciosos con patatas fritas, un poco de ensalada, o como hoy con un poco de pisto y una juliana de puerro bien frita.
¡Y... a disfrutar!
A Mami, había que convencerla para que nos hiciera estos huevos, no era fácil, siempre decía “que le daban mucho trabajo, que la mitad se rompían, que la cocina se ponía hecha un asco...” pero al final y como tantas veces, no sabía decir que no y todos a disfrutar de este placer culinario, que estará para siempre grabado en el chip de mis sabores preferidos.
Los ingredientes de lo más sencillo, de esos que siempre tienes en casa.
Lo primero es freír los huevos sin echar aceite por encima de la yema para que no se cuaje demasiado.
Una vez fritos los pongo en una fuente plana y los guardo en el frigo hasta que estén totalmente fríos.
El proceso será como preparar unas croquetas, eso sí con algo más leche para que quede más ligera. Aunque cada uno puede preparar la bechamel como más le guste.
Una pequeña trampa, recorto las puntillas de los huevos, si es que las tienen, para dejarlos lo más redondos posible.
En una bandeja o fuente bien pringada con aceite, para que sea fácil despegar después los huevos, pongo una base de bechamel, que debe estar templada.
Encima coloco los huevos que cubro con otra capa de bechamel, procurando que la yema quede bien cubierta pero con cuidado de no romperla, y otra vez al frigorífico.
Ahora viene lo más complicado, bueno complicado no, laborioso, conseguir sacar los huevos de la bandeja y rebozarlos como si de una croqueta se tratara “SIN QUE SE ROMPAN”. Hay que hacerlo con mucho mimo.
Se pueden pasar primero por harina, yo me salto este paso y voy directamente al huevo batido y enseguida al pan rallado.
Ya rebozados los guardo en la nevera hasta el momento de freírlos en aceite bien caliente, una vez fritos les pongo sobre papel de cocina para que escurran el exceso de aceite, aunque lo cierto es que no cogen demasiado si este está en su punto justo de temperatura. Es mejor servirlos y comerlos recién hechos, están más ricos y así se disfruta viendo como esas yemas, al cortarlos, demuestran su alegría recorriendo cada plato.
Deliciosos con patatas fritas, un poco de ensalada, o como hoy con un poco de pisto y una juliana de puerro bien frita.
¡Y... a disfrutar!
Foto del plato terminado:
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