Helado de tomate

Empezaremos por preparar en un cazo al fuego, un almíbar con dos vasos de agua y el azúcar, dejaremos hervir unos minutos a fuego lento. Una vez que esté listo, retiraremos y lo dejaremos enfríar en el mismo cazo.

Mientras (lo podremos haber hecho antes), pelaremos los tomates, sumergiendolos previamente en agua hirviendo (escaldar para que resulte más fácil la operación), retiraremos con cuidado la parte de las semillas y lo pasaremos por la batidora o una licuadora.

En un bol, batiremos las claras a punto de nieve con una pizca de sal e incorporaremos el licuado de tomate, que habremos mezclado con el yogur.

Añadiremos unos hojas de albahaca, lavadas y picadas finamente y el almíbar ya frío, mezclaremos bien con ayuda de unas varillas.

Con la ayuda de una heladera o recipiente metálico, lo meteremos en el congelador, para que se solidifique, pero sin que llegue a quedar muy duro (1 - 2 horas).

Lo sacaremos, lo rasparemos y moveremos con un tenedor y lo pondremos de nuevo en el congelador (así evitaremos la cristalización), repitiendo esta operación 2 - 3 veces más.

Servir, adornandolo con unas hojas de albahaca y unos tomates cherry.