El cesto de caperucita

Cuando pienso en cocinar con manzanas casi siempre, y como primera opción, se me ocurren ideas dulces, por eso esta vez he pensado (y mucho) en algo salado.

En esta ocasión quería hacer algo sencillo y fácil, si además quedaba, no sólo rico, también comestible, el objetivo estaría más que cumplido, así que me puse manos a la obra.

Para esta cesta de caperucita, porque eso es lo que me parecía el resultado final, he utilizado manzanas reinetas para que la textura final resultara muy cremosa por dentro y crujiente por fuera.

No sé si este platillo es para nota, ni espero que nadie me haga la ola, pero que las manzanas para la abuelita estaban ricas es un hecho.


Bueno, al tajo, Las manzanas después de picadas en cuadraditos pequeños las salteo con un poco de mantequilla, lo justo para que pierdan su natural dureza. Las retiro de fuego y dejo que se enfrien.

Por otro lado troceo el micuit que estará muy frío para facilitar su corte en cuadritos pequeños. Cuando la manzana está completamente recuperada de sus calores la mezclo con los trocitos de micuit, lo justo para que este no se deshaga, no quiero formar una pasta, no quiero que sea una mouse.

He dejado que pasara toda la noche en el frigo para facilitar la elaboración de las bolas, que por otro lado hay que manosear lo mínimo para que el micuit no se funda. Otra vez al frío hasta el momento justo de freírlas.

Preparo la pasta tempura (en este caso con una harina ya preparada para este fin) añadiendo al agua un par de cubitos de hielo para que este lo mas fría posible.

En un cazo amplio pongo el aceite, aunque prefiero las frituras con aceite de oliva virgen extra, en este caso la he mezclado con una parte de maíz para evitar un poco que el aceite le quitar protagonismo a la mezcla.

Ahora ya bien fácil, dejo caer las bolitas de cuatro en cuatro en la pasta y con un cubierto las voy echando en el cazo con el aceite bien caliente. En cuanto toman color las voy dejando sobre papel absorbente.

Para acompañarlas he preparado una salsa fácil no, facilísima. Mermelada de fresas que he aclarado con un chorrito de vinagre de membrillo (un regalo) y ha sido todo un acierto.

Y ¿Por que la cesta de caperucita? Precisamente por eso, por el recipiente donde las he presentado. Los cestillos los he preparado con tiras de pan de molde, tejidos a modo trama y urdimbre imitando un tejido tafetán. Ya tejido los he pasado a unos moldes de mojicones.

Para pegar bien las asas pasé por encima de toda la superficie un pincel mojado en huevo batido y con mucho cuidado fui apretando para sellar bien las uniones. Solo quedaba cocerlos en el horno a 180° más o menos unos diez minutos.

Y esto es todo, sencillo, fácil, y rico... bueno... si os gusta el micuit.