Tallarines con calabaza (concurso recetas de pasta)

En una cazuela grande ponemos a hervir 4 litros de agua.
Mientras, pelamos y quitamos las semillas de la calabaza y después la cortamos en dados de 1 centímetro de lado más o menos.
También pelamos y picamos la cebolla y los 2 dientes de ajo.
Cuando el agua esté en plena ebullición, incorporamos una cucharada de sal y a continuación los tallarines. Si es pasta fresca dejaremos que se cueza durante 4 minutos; si se trata de pasta seca la cocción se prolongará durante 10-12 minutos.
En este punto también encenderemos el horno a 200ºC e introduciremos en él una fuente con las dimensiones adecuadas para, al final, extender en ella la pasta.
Mientras se cocinan los tallarines cortamos la panceta: si está fileteada la cortamos en tiras finas y si no la cortamos en taquitos.
Una vez cocidos los tallarines, se escurren y se devuelven de nuevo a la cazuela, que tapamos para mantenerlos calientes.
En una sartén grande, calentamos las dos cucharadas de aceite de oliva.
Añadimos la cebolla y el ajo picados y sofreímos durante 3-4 minutos.
Incorporamos 3 cucharadas de perejil fresco picado, la media cucharada de nuez moscada, la panceta y la calabaza y cocinamos, removiendo continuamente, hasta que la calabaza se ablande.
Salpimentamos.
Pasamos la pasta a la fuente de horno precalentada y echamos sobre ella el sofrito de panceta y calabaza. Mezclamos bien con dos tenedores y probamos el resultado por si hubiera que corregir de sal.
Introducimos la bandeja en el horno durante 2-3 minutos para que los sabores se fusionen bien.
Una vez fuera del horno, repartimos la pasta en cuatro platos, espolvoreamos el resto del perejil por encima y servimos inmediatamente.
Un delicioso plato de otoño, en el que el color vibrante de la calabaza, la suavidad de su sabor y el contraste con la contundencia de la panceta nos reconfortarán incluso en los días más desapacibles.

Foto del plato terminado: