Preparamos la masa. La noche anterior preparamos la masa de madre. Mezclamos la levadura con el agua tibia y añadimos la harina, mezclamos bien hasta que todos los ingredientes estén bien integrados.

 Dejamos la masa en un cuenco amplio cubierto con un paño, en un lugar sin corrientes de aire y a unos 20º C.

A la mañana siguiente elaboramos la masa, trituramos las semillas de lino con el mijo.

Ponemos la harina de centeno, la avena, las semillas, el azúcar moreno, la sal y el agua en el recipiente en el que elaboramos la masa incorporamos también la masa madre.

Amasamos durante 6-8 minutos, si lo haces con amasadora y un par de minutos si lo haces a mano.

Forma una bola y enharínala muy ligeramente para poderla manipular, será una masa pegajosa y no muy elástica.

Cúbrela con un paño y deja fermentar a unos 20º C durante una hora y media aproximadamente.

Pasado este tiempo, enharina la mesa de trabajo y pasa a ella la masa, divídela en dos o tres porciones para trabajar cómodamente.

Extiende la masa con ayuda de un rodillo como si quisieras hacer una masa de pizza procurando darle forma cuadrada.

Déjale un grosor inferior a un centímetro. Corta los bordes para dejar los laterales rectos y procede a cortar colines con un cuchillo bien afilado, hazlos bien finos y rebózalos en la mezcla de semillas y ve depositándolos en la bandeja del horno.

Horneamos a 180ºC durante 10 minutos. Para comprobar que están en su punto, puedes retirar uno y probarlo cuando se haya enfriado un poco, si te excedes en el horneado podrían quedar excesivamente duros.

 En este episodio de Masas saladas, la cocinera Rocío Arroyo también nos enseña a preparar la receta de Empanadillas de pisto manchego.