Engrasamos ligeramente un molde desmontable de 23 cm y cubrimos el fondo y los lados con papel vegetal.

Para la base, molemos las galletas y las mezclamos con la mantequilla derretida. Ponemos la mezcla en el molde y presionamos para formar una capa uniforme. Dejamos a enfriar durante una hora en la nevera o 10 minutos en el congelador. Mientras tanto preparamos el relleno.

Primero, con la ayuda de un robot de cocina o una batidora, batimos la nata hasta que este firme. La dejamos enfriar en la nevera.

Usando un robot de cocina o una batidora con el accesorio de pala, batimos el queso crema a velocidad media-alta hasta que esté suave y esponjoso. Añadimos el azúcar glas y seguimos batiendo lentamente, pero aumentamos poco a poco la velocidad. Añadimos nata fresca, el zumo de limón y la vainilla y mezclamos todo a la mano. Por último, incorporamos con movimientos envolventes la nata que teníamos reservada.

Ponemos todo el relleno encima la base fría, extendemos y dejamos en la nevera, sin tapar, durante al menos 6 horas. Lo mejor es dejarlo toda una noche.

Para la salsa de arándanos, cocinamos a fuego lento los arándanos, el azúcar y el zumo de limón, revolviendo ocasionalmente. Tras 10 minutos los arándanos estarán suaves y tiernos.

Para espesar la salsa, mezclamos la maicena con 2 cucharadas de agua fría y lo añadimos a la mezcla. Lo revolvemos y volvemos a cocinar a fuego lento hasta que la salsa espese y quede brillante. Cuando la salsa empiece hervir la quitamos del fuego y dejamos enfriar a temperatura ambiente.

Servimos la tarta con una generosa cucharada de salsa de arándanos. La tarta de queso se conservará hasta 3 días, sin tapar, en la nevera.