Lo primero, ponemos abundante agua en una olla y la dejamos hasta que hierva. Entonces incorporamos la pasta y dejamos cocer hasta que esté al dente. Escurrimos y reservamos.

En una cacerola de diámetro grande pero baja (la usaremos luego para saltear la pasta), poner las almejas junto con un poco de agua. Llevar al fuego para que suelten el agua y se abran. Cuando estén listas, apagar el fuego y, con una espumadera, las sacamos con cuidado para que no se rompan. Colamos el agua que han soltado y reservamos.

Cortamos la cebolla, el puerro y el apio en juliana. Laminamos el ajo y pochamos todo en la cacerola de las almejas con un chorrito de aceite. Espolvoreamos la guindilla al gusto. Añadimos la mantequilla.

Agregamos las almejas y regamos con el vino blanco. Tapamos y dejamos que el vino reduzca durante unos minutos. Añadimos también el agua que soltaron las almejas.

Incorporamos a la cazuela la pasta, removemos bien y le añadimos el perejil picado.

Servimos.

Receta propuesta por Laura.