Disponemos todos los ingredientes al alcance de la mano.

Ponemos en un bol el queso ricotta y deshacemos con una cuchara o paleta de madera.

Añadimos el chocolate en polvo y mezclamos bien, hasta que quede todo bien integrado.

Hacemos lo mismo con la fructosa.

Repetimos el mismo proceso con la margarina.

Y hacemos lo mismo con el huevo.

A continuación, vamos añadiendo puñaditos de la harina (previamente mezclada con la levadura), y mezclando bien, sin añadir más harina hasta que no se haya integrado perfectamente la anterior. Yo he usado unos 300 gr, más o menos... la cuestión está en ir añadiendo harina hasta que nos quede una masa compacta, manejable y que no se nos pegue en las manos... vamos, que podamos trabajar con ella para formar las rosquillas.

Para formar las rosquillas, cogemos pegotes de masa (más o menos grandes, según queramos que sea el tamaño de las rosquillas), formamos una bola y con las palmas de las manos damos forma de cilindro, uniendo luego los dos extremos. Las disponemos sobre una bandeja de horno, forrada con papel vegetal. Mientras formamos las rosquillas, podemos ir precalentando el horno.

Las horneamos hasta que estén listas... unos 10-15 minutos, depende de cada horno. Yo las voy mirando cada 5 minutos, hasta que veo que están hechas. Una vez hechas, sacamos y dejamos enfriar.

Sacamos y dejamos enfriar.

Servimos tal cual o espolvoreadas con azúcar glass.