En primer lugar, limpiamos el puerro y los champiñones y los picamos finamente.

Limpiamos los mejillones desechando las impurezas con ayuda de un cuchillo mientras los pasamos por agua bajo el grifo. Reservamos.

Ponemos una sartén al fuego con un chorrito de aceite de oliva y rehogamos el puerro y los champiñones picados hasta que ablanden.

Por otra parte, pelamos y picamos la cebolla y reservamos.

Seguidamente, ponemos una cacerola al fuego con un chorrito de aceite y rehogamos la cebolla hasta que ablande. En ese punto, vertemos el vino blanco e incorporamos los mejillones. Dejamos cociendo a fuego vivo hasta que los mejillones se abran.

Cuando se hayan abierto, recuperamos los mejillones de la olla colando el líquido de la cocción en un cazo aparte.

Reducimos el líquido de los mejillones a la mitad y añadimos la nata, el azafrán, el puerro y los champiñones. Mezclamos hasta que los ingredientes se integren y calentamos.

Mientras tanto, pelamos, y cortamos las patatas en bastones. Las lavamos y las secamos con un paño o papel de cocina.

Ponemos una sartén al fuego con abundante aceite de oliva y, cuando esté caliente, freímos las patatas a temperatura baja para confitarlas (unos 150ºC)

Cuando estén tiernas, las recuperamos de la sartén escurriendo bien el exceso de aceite.

Subimos la temperatura del fuego a 190ºC y devolvemos las patatas a la sartén. Freímos unos minutos más hasta que queden crujientes y se doren.

Retiramos las patatas de la sartén escurriendo bien el exceso de aceite con ayuda de una espumadera y reservamos.

Emplatamos los champiñones cubiertos con la salsa y espolvoreamos perejil picado por encima. Reservamos.

Emplatamos los mejillones acompañados con las patatas fritas.

Servimos.

En el capítulo 4 de Cocina de familia, Elena Aymerich también prepara la receta de Ensalada de salmón ahumado con mango y huevo mollet.