Envueltos en papel plata, ase los dos dientes de ajo y junto a la necesaria sal gorda macháquelos en compañía del epazote, o en su defecto orégano.

Diluya la mezcla en un chorrito de vino blanco y otro de aceite e impregne a conciencia la carne cortada en gruesa juliana con el majado. Tapadito, déjelo reposar no menos de dos horas y mejor desde la víspera.

Vierta una prudente cantidad de aceite en la sartén y proceda a saltear a fuego vivo el jabalí, de forma que en su breve paso por el fuego quede externamente dorado pero muy jugoso. Resérvelo tapadito.

En el mismo aceite, sofría inicialmente los ajetes en bastoncitos, añadiendo de inmediato el chile muy picadito más el trío de pimientos y la cebolleta, igualmente en juliana. Reduzca el fuego mientras las verduras progresivamente se ablandan adquiriendo un aspecto dúctil y apetitoso. Añada finalmente el tomate peladito, despepitado y cortado grosso modo.

Sazone los vegetales y añada a la sartén la magra carne del jabalí. Remuévale sin que llegue a hervir para que no se contraiga y compruebe la sazón antes de envolverla en tortillas, mejor de trigo que de maíz para el gusto español.

Tacos que, definitivamente, doraremos un instante sobre la plancha aceitada para disfrutarlos de inmediato con la achocolatada salsa de mole aparte.