Precalentamos el horno a 180 grados.

Vertemos los ingredientes de la masa en una fuente honda y mezclamos con ayuda de una cuchara de madera hasta que sean manipulables.

Volcamos sobre una superficie de trabajo y amasamos hasta formar una masa homogénea y brillante.

Hacemos una bola con ella, la envolvemos en papel film y la reservamos una hora en la nevera.

Mientras reposa la masa ponemos en el vaso de la batidora todos los ingredientes del relleno y batimos hasta conseguir una mezcla cremosa. Vertemos en una manga pastelera y reservamos.

Sacamos la masa de galleta de la nevera y la estiramos con ayuda de un rodillo de cocina.

Cortamos discos de masa y los vamos colocando en una bandeja de horno forrada con papel sulfurizado.

Horneamos a 180 grados durante 7 minutos, sacamos la bandeja del horno, apagamos el horno y esperamos cinco minutos.

Volvemos a meter la bandeja con las galletas en el horno y las dejamos allí durante 20 minutos.

Sacamos y dejamos enfriar sobre una rejilla.

Una vez frías, procedemos con el montaje. Cogemos un disco de galleta, lo cubrimos de crema y tapamos con otro disco.

Repetimos el último paso hasta acabar los discos de galleta y ¡a disfrutar! ;)