Fundir los tres chocolates por separado.

Crear unas plantillas de una casa con unas tapas de plástico (de algún archivador o algo parecido que compremos en una papelería).

Estirar el chocolate sobre pliegos de papel sulfurizado e introducir en la nevera. En uno de los papeles, mezclamos los chocolates de forma que el chocolate blanco se vea entre el resto del chocolate. Esa será la base.

Cuando haya perdido el brillo (no está seco del todo, para poder molderarlo), sacarlo y dibujar las plantillas con la punta de un cuchillo.

Dejar secar de nuevo en el frigorífico y finalmente cortar cada parte y montar la casa. Para pegar todas las partes, utilizar chocolate que nos haya sobrado y que siga líquido. Hacer un cucurucho con el papel sulfurizado y meter el chocolate dentro. Aplicarlo por la parte más estrecha, como si fuese una manga pastelera.