En una sartén de bordes altos, ponemos aceite de oliva virgen extra, los tomates cortados en dos, los ajos rallados finos y sal al gusto. Tapamos y cocinamos a fuego fuerte hasta que los tomates empiecen a soltar su gelatina, después bajamos el fuego, destapamos y esperamos hasta que evapore gran parte del agua. Cuando el tomate esté listo, añadimos unas hojas de albahaca y volvemos a tapar. Reservamos.

Por otro lado, en una sartén con abundante aceite empezamos a freír la berenjena cortada a lo largo en lonchas de un centímetro con una pizca de sal.

Después, en una fuente bajita colocamos la berenjena y encima de ella el tomate, unos trozos de mozzarella, hojas de albahaca fresca y el grana padano rallado.

Repetimos esta combinación 3 o 4 veces y horneamos hasta que el queso funda y gratine. Esperamos unos 10 minutos antes de servir.