En primer lugar, mezclamos en un bol la vainilla, la yema y el agua fría batiéndola con la ayuda de un tenedor. Reservamos.

Por otro lado, mezclamos la harina con la sal y el azúcar en un bol o recipiente para batidora eléctrica. Cortamos la mantequilla fría en cubos, la añadimos al recipiente y lo mezclamos con las manos hasta que la consistencia sea de textura arenosa.

A continuación, añadimos la yema de huevo que hemos batido antes y mezclamos con una batidora hasta conseguir una consistencia de masa blanda que al trabajarla se pegará en nuestros dedos. Si es necesario, añadimos un poco más de harina o de agua para conseguir ese acabado.

Después engrasamos un molde desmoldable de unos 22 cm de diámetro con mantequilla y forramos el fondo con esta masa con las manos o con ayuda de una cuchara. La base debe tener aproximadamente 1 cm de altura. Levantamos también parte de la masa pos los laterales del molde, hasta llegar a unos 3 cm de altura aproximadamente.

Cuando tengamos la masa preparada, precalentamos el horno a 175ºC.

Mientras el horno se calienta, lavamos y cortamos los ruibarbos en trozos de 2 cm aproximadamente.

Por una parte, en un bol grande, mezclamos agua, la harina y el azúcar del relleno y lo añadimos al molde sobre la masa de la tarta. Incluimos también al molde los ruibarbos.

Seguidamente, preparamos el crumble. Para ello, en un bol grande, combinamos mantequilla, harina, azúcar, copos de avena y canela. Mezclamos con la yema de los dedos hasta que todos los ingredientes estén bien incorporados. Deberá tener una textura de arena gorda.

Para finalizar, cubrimos con cuidado la tarta con el crumble y lo horneamos durante unos 35-45 minutos a 175ºC. Sacamos del horno y dejamos reposar un rato.

Servimos.